El silencio de Mary Taylor

La búsqueda de la propiedad de una caja fuerte en una mansión recién comprada, hace surgir una historia misteriosa e insólita de quien es el posible propietario del interior de ella.

El silencio de Mary Taylor

Ese invierno del mes de Enero, cerca de la capital de Inglaterra. La millonaria familia Smith’s, conocida por su poderío y propietaria de varias empresas farmacéuticas en Europa, había comprado una mansión en la pequeña población de Warley. Transcurrido un tiempo los Smith’s disfrutaron de su propiedad durante los meses posteriores. Pero un día, por casualidad, uno de los hijos pequeños, jugando con sus hermanos. Hizo caer un cuadro a causa de un pelotazo, descubriendo que detrás de él, había una caja fuerte de la que nadie de los Smith’s no tenía constancia. En ese instante el padre de familia, sorprendido por el hallazgo, pensó alguna forma de poder abrir esa caja fuerte, sin tener de hacer servir técnicas un poco groseras. Por esta razón llamó a un detective y abogado de la familia, llamado Peter Turnes, para que intentase buscar el propietario de la supuesta caja y poder de esta manera saber la combinación secreta, sin destruirla.

—Lo único que le pido, señor Turnes, es que investigue de quien podría ser la propiedad de esta caja.

—¿Sabe quién era el antiguo propietario de la mansión?

—La verdad es que no lo sé. Solo conozco la historia de la familia duquesa llamada Silverns que fue quien construyó esta mansión en el siglo XVI. 

—Déjeme unos días para tener alguna información que pudiera resolver este suceso tan particular.

—Cuando sepa alguna cosa llámeme, le estaré esperando—dijo el señor Smith y remarcó—.Quiero que lo lleve secretamente, no quiero que nadie sepa lo que hemos hablado.

—De acuerdo, le iré informando, no se preocupe. Gracias por confiar en mi.

Volviendo a su oficina en Londres, el detective Peter Turnes, empezó la investigación presentándose en la inmobiliaria que vendió la mansión a la familia Smith’s. Siendo un lunes por la mañana, encontró a la persona responsable que le podía ayudar a esclarecer ese peculiar caso; se llamaba Patrik Storn.

—Buenos días señor Turnes, en qué puedo ayudarle.

—Soy el detective y abogado de la familia Smith’s. Y necesitaría saber quienes fueron los anteriores propietarios de la mansión que compraron hace unos meses mis clientes.

—¿Es la propiedad qué está en Warley?

—Sí.

—¿Por qué razón quiere saberlo?

—No puedo comentarle nada del asunto de mi cliente, como me pidió tengo de guardarlo en secreto.

—Bueno, según lo que sé, los antiguos propietarios se llamaban Lordstan. Y si no recuerdo mal, se aposentan cerca de Luton en una mansión de las mismas proporciones que la que tiene su cliente.

—¿Sabe la dirección, señor Patrik?

—Claro, déjeme un momento que la busque.

            Levantándose abrió un archivador y buscó durante unos minutos y encontrando lo que estaba buscando, se volvió a sentar y le dijo:

—La dirección es Buckwood número 33 en la pequeña población de Merkyate.

—Gracias—dijo apuntándolo en su libreta.

            Peter, con el conocimiento de la dirección de los antiguos propietarios, inicio su trabajo aprovechando esa misma tarde para acercarse hasta allí, almorzando en un restaurante antes de partir. Poco después cogió su automóvil y transcurridos unas horas llegó hasta donde residía la familia Lordstan, y en la entrada de la propiedad, llamó a un interfono.

—Sí, ¿Dígame?

—Soy el detective y abogado Peter Turnes. Me gustaría hablar con el señor Lordstan por un caso de mi cliente de la familia Smith’s.

—¿Ha quedado con una hora con el señor Lordstan?

—No, pero solo seran cinco minutos.

—Un momento, señor Turnes.

            Esperando unos instantes, volvió a oírse en el altavoz.

—Señor Turnes, entre y siga el camino hasta dónde está la mansión, le estaré esperando.

—Gracias.

            Peter se subió a su vehículo y abriéndose la verja entró dentro de la propiedad, siguiendo el camino asfaltado hasta delante de la mansión, donde había un mayordomo en la puerta principal de la casa. Salió del coche y acercándose a él le dijo:

—Sígame, el señor Lordstan le recibirá enseguida.

            Contemplando todo el mobiliario tan antiguo, se dirigieron hasta en una de las habitaciones y le invitó a sentarse en unos sofás diciéndole que en pocos minutos vendría el señor de la casa. Peter esperando observaba la gran cantidad de libros que había en ese lugar. Y sin darse cuenta apareció un señor vestido muy elegante que se presentó a Peter diciéndole que él era el señor Lordstan.

—Hola, disculpe mi visita tan inesperada, solo le robaré unos minutos de su tiempo—dijo Peter amablemente.

—¿Cuál es su nombre?

—Me llamo Peter Turnes y soy detective y abogado.

—¿Qué razón le ha llevado hasta aquí?

—Mire, seré breve. Mi cliente compró su anterior mansión en Warley. Y por casualidad se encontró detrás de un cuadro una caja fuerte.

—Entiendo. Perdone mi interrupción, pero ¿Lo que quiere saber es la combinación de esta caja?

—Exactamente.

—¿Quiénes son ahora los dueños?

—La familia Smith’s.

—¿Ellos son los propietarios de varias farmacéuticas?

—Sí.

—No los conozco personalmente pero se quien es el señor Smith—dijo Lordstan y preguntó—¿Esta caja fuerte está en la parte sur de la mansión?

—Sí, correcto. ¿Sabe su combinación?

—La verdad es que no, esta caja fuerte es de propiedad de una señora escocesa llamada Mary Taylor.

—Pero…

—Perdone señor Turnes por interrumpirle—dijo amablemente y continuó—.Tiene que pensar que esta señora tiene el cero coma nueve por ciento de la propiedad de la mansión.

—¿Qué quiere decir?

—Que según los documentos que acreditan de quien es la mansión hay un pequeño apartado donde pone lo que le estoy hablando.

—¿O sea, en las escrituras pone qué ese tanto por ciento es de esta señora?

—Sí.

—¿Cómo puede ser posible?

—Hace muchos años, concretamente en el siglo XVI, los duques propietarios y que construyeron la mansión, llamados Silverns. Tuvieron un enfrentamiento con unos bandoleros. Pero por casualidad, un señor llamado Eric Taylor, un plebeyo, se enfrentó a ellos salvándole la vida al hijo del duques. Y por su valentía y valor, el señor Silverns le dio una suma de dinero, pero él renunció. Pero, para  agradecerle su coraje le dio una parte de la propiedad de su mansión aunque no quisiera. Y es allí donde su proporción es el cero coma nueve.

—¿Esta proporción sale en las escrituras?

—Totalmente.

—Y un cero coma nueve, ¿qué representa en la mansión?

—Una habitación y medio pasillo.

—¿Y dónde puedo encontrar a esta señora?

—En Edimburgo—dijo Lordstan levantándose dirigiéndose al escritorio y continuó—.Su dirección es esta.

            Abriendo un cajón sacó una tarjeta y se acercó a Peter y le dijo:

—Yo no puedo ayudarle en descifrar la combinación pero ella le podrá decir cual es—dijo dándole la tarjeta.

—Muchas gracias, señor Lordstan.

—Ha sido un placer.

            Despidiéndose, Peter, salió de la propiedad y se dirigió a su despacho en Londres, pensando, lo curioso que era este asunto. Llegando a su oficina llamó al señor Smith y le contó lo que había sabido sorprendiéndole, no solo por la historia, sino por el cero coma nueve de su propiedad que no le pertenecía y no había visto su notario. El señor Smith, agradeciéndole su trabajo, Peter, la mañana siguiente, se marchó a Escocia.

            Durante el viaje en avión dedicó unos minutos en buscar la dirección de la casa de Mary Taylor y, solo llegar a la ciudad, cogió un taxi en el aeropuerto que le llevó hasta donde residía la señora. Llamó varias veces pero nadie le contestaba, pero por suerte, sin darse cuenta, un joven se acercó a Peter y le preguntó:

—¿A quién busca?

—A la señora Taylor.

—Ella falleció hace unos años. Yo soy su hijo Jordan.

—Encantado. Mi nombre es Peter Turnes y soy detective y abogado.

—¿Qué es lo que quiere?

—Necesito hablar de un asunto de que posiblemente usted no sepa nada, pero es muy importante para mi cliente.

—Si quiere podemos, hablar en ese pub que hay en la esquina.

—De acuerdo, será un placer.

            Los dos se encaminaron hasta el final de la calle y entraron en un cómodo club llamado “Break Beer”. Pidieron dos cervezas y Peter, le contó el caso que realmente le preocupaba a su cliente. Jordan estuvo muy atento a la explicación y, cuando acabó de justificar su visita, Jordan le dijo: 

—Creo que te puedo ayudar.

—¿Sabes la combinación?

—Sí, pero la abriré con la condición de que pueda venir contigo hasta esa mansión en Warley. La verdad es que mi madre se guardó en silencio este secreto. Pero se perfectamente como abrir esa caja. Y creo que me encontraré una cosa muy especial de mi madre.

—De acuerdo. Si no tengo mal entendido esta tarde a las tres, sale un avión hacia Londres, podríamos coger éste los dos.

—Vale, estoy conforme—dijo mirando el reloj y continuó—.Solo faltan cinco horas. Si me acompañas iré a casa y cogeré una bolsa y nos vamos.

—Perfecto, que sepas que el billete de ida y vuelta lo pagará mi cliente. No te tienes que preocupar.

—Entendido.

            Sin perder ni un minuto, los dos se acercaron hasta la casa de Jordan y más tarde se fueron al aeropuerto donde compraron los billetes de avión. En menos de tres horas ya estaban sobrevolando Inglaterra y dejaban atrás Edimburgo, llegando a Londres a la hora del té.

            Una vez en la capital se dirigieron en coche hasta Warley, llegando a la mansión de la familia Smith’s, donde les esperaba impaciente el señor de la casa; inesperadamente llamaron al timbre.

—Hola señores, ¿Ha ido bien el viaje?

—Sí, señor Smith—dijo Peter y continuó—.Este caballero es de quien le he hablado por teléfono, se llama Jordan Taylor.

—Mucho gusto, señor Taylor.

—Encantado—dijo Jordan dándole la mano.

—He pensado que podríamos ir hasta donde esta la caja y más tarde cenaríamos juntos con la familia. ¿Qué les parece?

—Bien, señor Smith.

—Pues vamos.

            Dirigiéndose el primer piso, el señor Smith dijo:

—He hablado con el notario sobre el cero coma nueve por ciento de propiedad de Mary Taylor y, sorprendentemente, en los documentos aparece un numero de referencia que esta relacionado con los primeros escritos del siglo XVI, y al que el notario no le dio importancia en su momento—dijo y llegando al pasillo se giró y continuó—.Es cierto, esta habitación y este trozo de pasillo es de su difunta madre, señor Jordan. Por esta razón, quiero llegar a un acuerdo con usted.

—Sí, claro.

—Según esos pergaminos la propiedad de este trozo finaliza en el año dos mil cien. Es curioso—dijo el señor Smith y girándose hacia la pared sacó el cuadro del pasillo.

            Todos observaron la peculiar caja fuerte y Jordan, pidiendo permiso puso la combinación y la abrió. Él, como pensaba, encontró una carta dentro de ella y dijo:

—Como me esperaba, mi madre me dejó una carta.

—Puede leerla en privado, señor Taylor.

—No, a mi madre le gustaría que la compartiera con ustedes.

            Abrió el sobre y leyó en voz alta:

Queridísimo Jordan,

Como sabía antes de morir, tu serías la persona que después de mi muerte abrirías esta caja. Y con mi silencio te doy el regalo de nuestra familia, en forma de carta, para que puedas tener como herencia la parte proporcional de propiedad de la mansión de los Silverns desde hace siglos. Dándote este regalo para que puedas disfrutarlo toda tu vida.

Besos y un abrazo”

—Realmente su madre se guardó en silencio este secreto—dijo el señor Lordstan.

—Sí, la verdad que su personalidad y carácter era de esta forma. Siempre te sorprendía con alguna historia que tenía escondida…