Relatos

El poblado de Themsis

Me había dirigido a Baker City, en el estado de Oregón. Dejando allí el autobús desde Pensilvania después de más de un día de viaje. Me adentré donde mi hermano me dijo que era un buen lugar para aventurarme en los rincones escondidos de mi país.

Andando con la mochila a cuestas, me fui hasta Sumpter, en el que me adentré en una zona que más tarde descubrí un paisaje totalmente virgen. Descubrí un camino de tierra que no estaba en el mapa que llevaba. Estuve andando un buen rato y por casualidad llegué en un cerrado parecido a una frontera echa expresamente donde había un cartel que decía Themsis.

Me quedé bebiendo agua delante de esa entrada y vi un campesino que al verme se dirigió hacia mi y se detuvo delante, saliendo de otro camino que rodeaba ese vallado.


—¿Qué haces aquí muchacho?

—Estoy recorriendo parte de Oregón, hasta llegar a Canadá. Con la intención de llegar a la misma frontera hasta la costa este.

—Pues, no creo que sea una buena idea que atravieses el pueblo, mejor que lo rodees, y sigas tu ruta por otro lado.

—¿Y eso, por qué?—le pregunté.

—Hazme caso y no preguntes.

—Lo que quería es encontrar un lugar para pasar la noche, y que mejor que una cama de alguna pensión.

—Mejor que duermas a raso, o con una tienda de campaña. Pero lejos de este vallado—dijo el campesino sacando un paquete de tabaco.

—No lo entiendo, que más da. Si es tan peligroso este pueblo…

—Mira—dijo fumando con cara de pocos amigos—.Te lo digo porque este pueblo esta maldecido, y la gente que vive allí son un poco diferentes. Solo tienes que pensar que hace tres días que duermen y no les gusta la visita de un forastero.

—¿Hace tres días qué duermen?

—Sí, vete por algún rincón y acampa, y no té acerques está noche por aquí, es un consejo—dijo cogiendo otra vez el saco.

—De acuerdo, no me acercaré. Tengo una tienda de campaña, ya dormiré lejos de aquí.

—Mejor para ti, muchacho. Que tengas suerte.

Ese señor, que tampoco era muy viejo. Se fue por el mismo camino que había recorrido yo anteriormente. Observando el cartel de ese pueblo, hice caso a ese campesino y rodeé el vallado.

Desde el lugar donde me había encontrado al hombre, no se podía apreciar el pueblo, pero siguiendo ese camino al lado de la valla, pude ver el campanario y bajando en una especie de valle, observé todas las casas de madera sin ver a ningún habitante. Me paré mirando fijamente y viendo que en pocas horas se haría oscuro, decidí acampar a cierta distancia de la valla, sin hacer caso de lo que me había dicho ese campesino tan peculiar.

Se hizo de noche y después de comer un poco de carne rebosada que había comprado al llegar en la ciudad de Sumpter, me fumé un porro de mariguana y más tarde me fui a dormir. Ya dentro del saco, me puse cómodo, con la suerte de que en el lugar donde acampé, había una buena mata de césped y me dormí.

No se que hora era, pero me desperté por un ruido de metal repetitivo y escuchándolo saqué la cabeza de la tienda y observé que había alguien delante ese vallado con una linterna. Salí de la tienda y por curiosidad me acerqué un poco con cuidado y vi a una mujer vestida de granjera con tres chavales, observándome delante la valla, y uno de los niños tenía ese hierro que iba golpeando el vallado.

—Hola, buenas noches. No creo que les moleste que esté acampado en este lugar, ¿no?—pregunté acercándome un poco más.

Sin recibir ninguna respuesta, les volví a hablar, y sin mutarse ni tampoco moverse, por lo que les había dicho, se quedaron mirándome.

Preocupándome por la situación. El chaval dejó de golpear el hierro y me lanzó el palo a mis pies y en ese momento la mujer los rodeo con los brazos y se giraron yéndose despacio en dirección a ese pueblo en el que se podía ver alguna luz a lo lejos. Me acerqué hasta tocar la valla y fue en ese instante que uno de los chavales se giró y con la poca luz que había de la luna, observé que con la mano me decía que viniera.

Al perderlos de vista, volví a la tienda y cogiendo una pistola, que pensaba que no utilizaría, decidí saltar la valla y acercarme hasta el pueblo, aunque me habían advertido de no hacerlo.

Observé por donde pisaba, hasta llegar a una de las calles del pueblo, y tocándome el arma por mi seguridad, me adentré hasta lo que parecía el centro de esa aldea y sin ver a nadie, oí un ruido y me fije que me estaban observando desde algunas ventanas. Nunca había visto nada igual, y es cuando decidí volver, porque la verdad era un lugar extraño.

Mi intención era recorrer el mismo camino, pero antes de salir de esa calle aparecieron unas treinta personas que me rodearon sin decir ni una palabra. Intentando sacar el arma no pude evitar que me redujeran y me ataran los pies y las manos, llevándome dentro de una casa en la que me dejaron encima una cama, obligándome a beber un brebaje con gusto a limón. En poco más de un minuto observando que me rodeaban la cama mirándome, sin haber hablado ni una palabra desde que me habían atado, me dormí.

No sé cuanto tiempo estuve en esa cama, pero al despertarme aun era de noche. Vi que no estaba atado, y que no tenía nada de ropa encima; completamente desnudo.

Al levantarme observé que en una silla que estaba delante la cama, tenía ropa plegada y limpia, que me puse sin pensármelo. Salí de la habitación, y buscando la puerta, gracias a las lámparas de aceite que había en cada rincón, pude salir de esa casa.

Cuando anduve un poco, no noté el frio de la noche ni tampoco esa sensación de debilidad. Parecía todo lo contrario, me sentía muy fuerte y alerta. Andando unos metros, vi a uno de los chavales que había visto esa noche y diciéndome con un gesto que me acercara avisté a un grupo de gente, que posiblemente era todo el pueblo, rodeaban un fuego sentados en el suelo. Al llegar cerca se giraron todos, hombres y mujeres, y me invitaron a sentarme sin decir ninguna palabra.

—Hola, me llamo Andry. Perdonen mi intrusión en el pueblo, pero tenía curiosidad en conocer la gente de Themsis.

Sin escuchar ninguna repuesta, viendo que nadie decía nada, pensé en irme y dejar a esa gente con su mundo paranoico, pero antes de levantarme uno de los hombres que había se señaló la cabeza. Sin entender que quería decir, noté unas manos de una mujer joven que me acariciaba el hombro y girándome me beso en la boca y en pocos segundos escuché en mi interior una voz.

<Andry, intenta hablar como nosotros>

Escuchando eso, miré a la gente y vi un niño de unos trece años, sabiendo que él me había hablado. Sorprendido se me sentó esa joven y rodeándome con el brazo me volvió a besar y escuché en mi mente:

<Andry, intenta hablar como yo>

Observé sus ojos claros y muy bonitos me volvió a besar, le dije:

—Eres tu, ¿no, quien has hablado?

<Habla con la mente>

<Inténtalo>—dijo ese chaval señalándose la cabeza.

<¿Me estáis oyendo?>

Uno de los hombres que estaban a mi lado, con un palo de algún árbol, me miró y de la misma forma oí:

<Bienvenido a Themsis>

<¿Habláis de esta forma?>

<Sí—dijo esa joven, acariciándome el rostro>

<Nunca lo hubiera pensado, ¿por eso no habláis en voz alta?>

<No, por una razón que ya descubrirás—dijo ella—.Ya eres uno de los nuestros al entrar dentro del recinto que rodea el pueblo>

<Pero, ¿cómo es eso?>

<En poco tiempo lo sabrás>—volvió a decir ella.

Me cogió la mano y me la puso en su pierna debajo de su falda y sonriéndome oí:

<Ella será tu mujer, ahora vete con ella y más tarde vuelve con nosotros—dijo uno de los hombres que había delante de mi—.Le tienes que dar un hijo, ella te cuidara toda tu vida>

<No entiendo, lo que está pasando>—dije.

<Vamos, ven conmigo>—dijo ella cogiéndome la mano.

Me levantó y andando un poco. Me paré observando a la gente y ella condujo mis manos debajo su falda, tocándole sus partes intimas, viendo que no llevaba bragas y me dijo:

<Ven… vamos a nuestro hogar>

Nos fuimos en la misma casa que había dormido, y estuvimos haciendo el amor durante mucho tiempo, sin decir ninguna palabra, hasta que ella me dijo dentro de mi con una voz muy dulce, que la había hecho feliz, y que lo repetiríamos tantas veces hasta tener un bebe.

Más tarde volvimos los dos cerca del fuego y nos sentamos con todos los que aun estaban allí, y me relajé mirando el fuego al lado de esa joven que me rodeaba con su brazo.

Estuvimos mucho tiempo y largas horas mirando el fuego, sin la necesidad de hablar, mientras oía en mi mente como hablaban entre ellos y los escuchaba dentro de mi como si estuvieran hablando en comunidad. Pensando que habían pasado muchas horas, no entendí que aun no era de día, empecé a ponerme un poco nervioso y decidí irme de es lugar, porque estaba notando como si estuviera en una secta o una comunidad de gente un poco o mucho paranoica y me levanté decidido a irme de allí.

Ellos viendo que me estaba yendo, me miró alguno y sin que nadie me impidiera marchar, fue directo por el camino alejándome del pueblo hasta llegar a esa entrada en la que me había encontrado a ese campesino, y al atravesar la puerta se hizo de día al momento, observando un cambio brusco de luz y empecé a oír en mi interior, gritos de dolor que no me dejaban andar y me hacía una sensación muy dolorosa, en la que tuve de volver a entrar en ese vallado, que al momento se hizo oscuro, donde cerca estaba esa joven esperándome a unos metros sonriendo, como si ya pertenecía a una comunidad de gente que vivía en la oscuridad de una zona apartada de la realidad que había vivido siempre.

Me acerque a ella y abrazándome me dijo:

<Ya eres totalmente de Themsis, bienvenido a tu nueva casa>

<Pero, ¿por qué es de día fuera del vallado?>

<Tranquilo, nadie nos ve. Es un lugar protegido y será tu hogar durante toda la vida, compartida conmigo y nuestra futura familia>—me dijo besándome.

Miré detrás de mi, sabiendo que no podía volver. Me cogió de la mano y volvimos a esa hoguera, que solo llegar oí sus voces dándome la bienvenida y sentándome con ella empecé a tener una sensación muy calurosa de esa gente en la que sabía que me quedaría en ese pueblo hasta el fin de mis días.